Foros de la Plataforma por una Vivienda Digna

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Algo huele a podrido

Sube el precio de la vivienda y aumentan las obras y las grúas; crecen los intereses de las hipotecas y crecen sin cesar los que viven hipotecados hasta el cuello; sube el número de las promociones inmobiliarias y aumenta la inquietud de tantas familias endeudadas que pronto se volverán, irremediablemente, familias equilibristas, familias profesionales en el arte de hacer equilibrios para llegar a fin de mes. La vivienda y el suelo urbanizable se han convertido en la gallina de los huevos de oro. Y tal vez, dentro de pocos años, toda España se habrá convertido en una gigantesca urbanización atravesada de autovías, salpicada de parques comerciales, de campos de golf. De la mano de las insulsas comunidades autónomas y ante la complacencia de las eufóricas Concejalías de Urbanismo, el negocio de la vivienda se ha convertido en la industria nacional. Ahí están los indicadores económicos.
Pero el suelo se acaba y, entonces, habrá que derribar los viejos edificios y sustituirlos por otros que, generalmente, los doblarán en volumen o en precio. La tensión crecerá cuando en esos viejos edificios habiten parejas de ancianos que no quieran (o no puedan) mudarse de casa ni de barrio. Sobre todo si esos edificios están cerca del centro, en una plaza con árboles, a las espaldas de un Palacio de Congresos. Así ocurre en un bloque del Callejón de Ángel, donde según parece han aparecido colonos misteriosos con horarios y costumbres que han destrozado sin piedad la convivencia entre los vecinos, han inundado las escaleras y los patios de podredumbre y malos olores y han impuesto la ley del más fuerte.

Alguien tendrá que proteger a esos vecinos. Los policías de la destartalada comisaría del Zaidín han presentado en los juzgados las conclusiones de una respetable investigación que termina en una agencia inmobiliaria, la misma que, casualmente, también apareció vinculada con los desastres de otro viejo edificio, esta vez en el pueblo de Jun. Mientras tanto, el Ayuntamiento de Granada ha dejado pasar veintiséis largos meses sin atender las reclamaciones de los que viven, amedrentados y solos, en ese pequeño bloque del Callejón de Ángel. Algo huele a podrido en este asunto tan pequeño y común. Sobre todo si, como se señala en el informe policial, es verdad que los investigados (y detenidos) tenían conocimiento de que sus teléfonos estaban 'pinchados'. Alguien está protegiendo a los especuladores sin reglas o sin alma. ¿Quién protege a los débiles que aspiran solamente a vivir tranquilos, y en paz, donde siempre vivieron?

http://www.diariogranadahoy.com/diariogranadahoy/articulo.asp?idart=3412000&idcat=2907