nene
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Publicado: Mar Oct 17, 2006 8:03 pm Asunto: Corrupción e ignorancia: ¿Cuántas dimisiones queréis? |
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Corrupción e ignorancia: ¿Cuántas dimisiones queréis?
Acaba de dimitir el responsable de la informática en la Conselleria de Sanitat, una persona que, a pesar de ser del mismo ramo, no tengo el gusto de conocer. Sin embargo, tras informarme no me cabe sino entender y compartir sus razones. Sólo cabe darle las gracias. Otro gallo nos cantaría si el número de dimisiones de profesionales y técnicos registradas en la Comunitat Valenciana se correlacionara de otra manera, con el número de decisiones técnicamente equivocadas, cuando no de desmanes, que se han llevado a cabo en esta tierra.
En la sociedad valenciana no se ejerce siempre el respeto por el conocimiento y ello hace que en nuestro entorno prime demasiadas veces la ignorancia y la desinformación, y con ello la corrupción es un riesgo que ya no puede controlarse.
Algunas personas hemos sido afortunadas en esta vida (perdón por la referencia personal), hemos podido marcharnos ante las presiones o descalificaciones de quien ostenta un poder legítimamente democrático, sin que por ello nuestro esquema vital quedara muy alterado. Se puede decir hasta aquí llego, puedo estar equivocado, dejo el cargo que desempeño, respeto al político democráticamente elegido y me quedo en mi esfera privada del trabajo diario, para defender mi punto de vista. Es un derecho que nos costó mucho ganar en España y que está en las raíces de toda democracia: poder plantear razonadamente nuestro parecer acerca de aquellas cosas sobre las que hemos tratado de estudiar y aprender; no se trata de ejercer de tertulianos profesionales, sino de aportar una visión desde un cierto conocimiento profesional.
Éstos son tiempos de perplejidad para muchos valencianos. A pesar de tener un territorio cuya riqueza agrícola había permitido vivir con el turismo y la capacidad residencial como una reserva desconocida, hoy sabemos que se ha estado construyendo en no importa dónde, y desgraciadamente nuestra clase política y técnica no sabía o no quería poner coto a este proceso. Han sido años en los que se han creado universidades que no se necesitaban, se han defendido instalaciones que no tenían ni pies ni cabeza, etc., etc. Todas decisiones que, sin profesionales soportándolas, nunca habrían podido ser.
Afortunadamente, la sociedad no es estúpida, los debates, aunque conlleven la dimisión, acaban dando sus frutos. Los profesionales deben hacer oír su voz, y si ésta es menospreciada, no cabe sino la dimisión, posiblemente uno de los actos más supremos de democracia, dignidad y libertad.
Es evidente que hemos de admitir la equivocación bienintencionada, pero si no se es un corrupto, el resto de ciudadanos tiene el derecho a recibir la explicación de aquellos que en su momento tenían la responsabilidad técnica y política. No es justo reducir este problema sólo al ámbito de los políticos, pues con otra ética profesional por parte de muchos técnicos de la Administración autonómica y local, que se han limitado a tener una visión de funcionarios obedientes, no hubiera podido ser posible el desastre que ahora tenemos en nuestro territorio.
Tiene una gran responsabilidad el político, pero también el técnico, el secretario de ayuntamiento, el arquitecto municipal, el profesor de universidad o el funcionario de conselleria que ignorando la ética profesional ha mirado hacia otro lado y se justifica acomodándose al cargo subalterno que se desempeña.
No es moralina, uno no es creyente, no cree en la otra vida y sabe que detrás del último suspiro existe la nada, ni el premio ni el castigo. A partir de aquí, se trata de vivir de acuerdo con la conciencia, acumulando más equivocaciones que aciertos, sabiendo que se cometerán bajezas y que no se está en condiciones de dar lecciones a nadie. Sin embargo, también uno sabe que los demás le deben respetar, que nadie debe utilizar en beneficio propio las reglas que nos hemos dado los humanos para vivir en un ambiente de respeto y, si es posible, de solidaridad.
Entre el orgullo y la inmodestia de desertar de una generación tan contenta con ser la del desencanto, sepan los ignorantes que su situación es superable y los corruptos, que siempre tendrán a una multitud de hombres y mujeres honrados enfrente que no tienen a Sicilia como modelo. Dimitir no es huir.
http://www.levante-emv.com/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=3312&pIdSeccion=5&pIdNoticia=238826 |
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