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nene
Registrado: 22 May 2006 Mensajes: 1207
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Publicado: Lun Jul 24, 2006 2:19 am Asunto: La Década Prodigiosa |
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La Década Prodigiosa
eN 1996 vivía aún aletargado por el sopor de una carrera que me impedía ver el mundo que hay más allá de los libros. Mi vida transcurría entre las cuatro paredes de una biblioteca, el manual de derecho del trabajo, y los nervios en los exámenes orales ante la mirada impertérrita de Pedro Gómez Caballero. El Partido Popular acababa de ganar las elecciones generales y el Madrid se desangraba lentamente con un Laudrup que miraba como el Atleti se erigía en su doblete histórico como mejor equipo de España.
En ese verano de olimpiadas aterrizaba Fabio Capello con una libreta de dietas hipocalóricas, esfuerzo colectivo y férrea defensa. Era el inicio de la Guerra de las Televisiones, con equipos que pagaban cláusulas millonarias por jugadores mediocres, a la luz de dos fenómenos mediático futbolísticos como Mijatovic. Llegaba al Madrid después de pagar su cláusula de los entonces desorbitantes 1.200 millones de pesetas. Ante la pregunta de si los valía, el joven montenegrino respondía que sí. ¿Era el precio de sus piernas o el de la traición al Valencia? Quién sabe. Pero Pedja no dudó en convertirse en un símbolo de la nueva era del lujo que se avecinaba en todo el planeta fútbol, que acabaría ese verano con la llegada estelar de un muchachito brasileño que atendía al nombre de Ronaldo. Tres personajes que diez años después volverían a encontrarse.
Aquel año, un joyero señalado por su asiático apodo, iniciaba su incursión en el mercado inmobiliario. Era el hijo de la calle, el hombre hecho a sí mismo desde que vendía pavos hasta que se hizo con el codiciado trono del gremio cordobés por excelencia. Arenal 2000 instaló sus dependencias en pleno corazón de Cañero, como homenaje a sus orígenes, y fue el mentor de todo un barrio nuevo que se alzó en los terrenos donde en otro tiempo camparan Manolín Cuesta y sus secuaces. Gómez parecía cegado por una obsesión más fuerte que el dinero o la gloria: la liga de las estrellas. Y así el fútbol y sus sinsabores se convirtieron en el lado oscuro de este joyero y promotor. Aprovechó años de bonanza económica, y ese deseo de los padres de comprar un pisito a sus hijos, ponérselo a su nombre, aún cuando fueran apenas unos adolescentes. Diez años después muchos de esos pisos de El Arenal permanecen vacíos, pero ahora valen una barbaridad, y todos somos más ricos y compramos coches de alta cilindrada.
En la ciudad corren como la pólvora leyendas urbanas de Sandokan. Esa combinación entre populismo y capacidad económica le abrió las puertas del centro de la ciudad. No dejaba de ser simbólico su traslado a la plaza de Las Dueñas: ya no quería ser el héroe de barrio, el descamisado redentor de los pobres. Ahora podía codearse con los que siempre tuvieron y tendrán el poder, esos rostros invisibles que manejan y deciden con independencia de qué partido ocupe la concejalía de urbanismo. Pero a Rafael le pierden las formas, como dice un amigo suyo que lo quiere bien, y que no se ha puesto a lanzarle cuchillos en cuanto el juez lo llamó a declarar. Diez años después, más que nunca, se disparan las acusaciones hacia este heterodoxo personaje. Y no deja de ser triste comprobar todo el odio que había generado entre ciertos comentaristas que en todos estos años se han limitado a mirar para otro lado.
Creo que Sandokán es el hijo de esta década prodigiosa del ladrillo. Muchos cordobeses han sido o han querido ser Rafael Gómez a su manera. Mucho pequeño joyero jugando a constructor. Mucho especulador con membrete de empresario. No soy de los que se alegran de las desgracias ajenas, y sí temeroso de los nubarrones que se avecinan en el mundo de la construcción. Si se explota la burbuja nos explota a todos. No sé si es el principio del fin de un imperio, lo que estoy seguro es que ya nada va a ser igual para Rafael Gómez Sánchez. Ya no serán tantos los que se harán fotos con él. Ya no tendrá la bendición de los que tienen el poder real de la ciudad. Lo que estoy seguro es que saldrá adelante como sea, porque tiene el instinto de los que de niños no tenían zapatos. Me preocupa más esta ciudad demasiado pagada de sí misma, que se pone sus mejores joyas y apenas tiene asegurado el sustento para las próximas décadas. Esta Córdoba encerrada en su torre de marfil que compra coches de alta cilindrada respaldada por un patrimonio invisible de valor especulativo. Hemos caído en la trampa de creer que somos ricos, y sólo estamos cada vez más endeudados. Diez años después Sandokán parece retirarse a la selva. Queda mucha Malaya que cortar, muchos secretos escondidos, muchos papeles. Y hay un miedo latente en la ciudad a que Rafael abra la boca y se derrumbe el castillo de naipes.
http://www.eldiadecordoba.com/eldiadecordoba/articulo.asp?idart=3091233&idcat=1307 |
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